LA IMPORTANCIA DE LO ABSURDO

A las ocho menos cinco de la mañana, aproximadamente, nos reunimos algunos compañeros de trabajo, cafetito en mano y con pañuelo, para ver el encierro de San Fermín. Son esas mañanas en las que agradeces la tertulia, la sonrisa ajena y el buen humor de las personas con las que convives más que con tu propia familia. Una vez ya comentado el parte médico de heridas de asta o traumatismos craneales varios, las conversaciones pueden llegar a ser de lo más absurdas y esto es también de agradecer. Alguien ha entrado y ha dicho – buenas-. Es en ese momento cuando he recordado lo bien que imita mi amiga Pati a las abuelitas que no se colocan bien la dentadura y alargan la ese cual xifón perdiendo gas. Mi respuesta, ha sido – buenas…sssssss- y claro, a partir de ahí y a no ser porque vamos arregladitas, cualquiera hubiera pensado que veníamos de una rave party más puestas que el kiko. La otra recordaba cuando en casa de su iaia entraban las amigas con la tradicional frase – Ave María Purisima….ssssssss- y la otra espetaba un- sin pecado concebida…sssss- .El tema ya iba desvariando, son paridas absurdas para la mayoría, pero que personalmente dan sentido a mi vida. Otra por ejemplo y también original de Pati, fue la noche en la sierra, en su cumpleaños, y en la que se pasó la mitad de la fiesta moviendo el cuello y la cabeza de un lado para otro aleatoriamente. Pues bien, todo tiene su lógica. Carcajada tras carcajada descubrí que estaba imitando al perrito Boby, ese que tiene la gente en el coche colocado estratégicamente en el salpicadero o en la parte trasera. Las personas absurdas nos atraemos, nos entendemos y nos reímos de las mismas cosas. Comprobado. Yo soy de las que se ríen con chistes como el de la mujer que era tan “ flaca flaquísima flaca que cuando se vestía de rojo parecía un arañazo” o con preguntas como la de que si vas a Eurodisney y te encuentras con Mickey Mouse… el hombre que está dentro.. ¿ también sonríe?. En fin, son estos los momentos, cortos casi siempre, los que hacen más grande la vida de una, ínfimos detalles que en conjunto forjan una sonrisa como la que ahora mismo aparece mientras escribo.