ANPORIO

El verdadero espíritu de una ciudad no se encuentra en los museos ni en las grandes obras arquitectónicas, si es que hay. La esencia humana, el dale que dale del aroma a humanidad, donde te magreas y tocas carne hechita de todas las texturas,es en lo mercados y mercadillos ambulantes. – Guapaaaa, la caridad de lo bolzos , pa lag que saben, toca toca, piel bien armá-. A mi encantan, es un revitalizante natural. Las lechugas, las mejores, los tomates de pata negra, de la más alta calidad, los huevos de granja directo y las chancletas de playa plateadas, doradas y con lentejuela sin color determinado son el producto estrella, por no decir ya los tangas con dibujos a lo Kukuxumusu pero versión Kokoxumusi. Caminaba por los puestos cuando me di cuenta en uno de ellos que vendían ropa de marcas varias. – Mira pacá niña, que por esto te clavan- . – A mí sí que me has clavado- le contesté sonriendo. La gente ya no se corta. Si hay que vender se vende y si no es Emporio y es Anporio, pues que más da. Allí estaba ella, una camiseta con el logo bien grande “ ANPORIO ARMANI”. A mí me parece de lo más chic, transgresor, una manera diferente de rebelarse contra el mundillo de las marcas por las que te suelen recargar un trescientos por cien, como mínimo, del valor real del producto. Una, es de las que piensan que si llevas una prenda con la marca visible y fácilmente legible, es la casa la que te debería de pagar a ti un porcentaje por exhibir el nombre o logo de la misma. ¿ Desde cuando la publicidad es gratuita? Pero Anporio, Anporio me ha llegado al corazón, y no sé si tendré valor para ponérmela, es tan graciosa… la he comprado. Quien sabe, quizás en algún momento a alguna “celebrity” se le gire la tuerca y la ponga de moda, pues está claro que somos como el tío Vicente, vamos donde va la gente.