lunes, 7 de noviembre de 2011

EL REGALO DEL TIEMPO


Alguien me dijo recientemente " la vejez para mi es un regalo que me dará la vida". La aparente sencillez de esta frase me sorprendió cuanto menos, porque venía de una persona joven, sin miedo a envejecer y cuyo planteamiento me resultó más que optimista, vital. Es más sencillo que todo esto, cualquier persona que ama a la vida, que se ratifica en su existencia sabiendo que nada es eterno, debería considerar a la vejez como un regalo de la vida.

Pasa que las connotaciones que conlleva lo viejuno no las solemos asociar con lo bello. " Es que ser viejo es bonito". Dejemos de un lado lo bonito, y déjame decirte, joven, que ser viejo es como recorrer varios atajos al mismo tiempo cuando antes el camino era solo uno y en ocasiones demasiado largo.

Hay quien no tiene tiempo, ni siquiera para hacerse viejo, hay a quien le aterra la idea de llegar al punto de lo cansado, de lo gastado. Cierto, lo cansado por lo vivido, lo gastado por lo que queda. La mirada perdida por el punto fijo. Y que ese punto sea la meta. Y que la meta sea el descanso del guerrero. Sientaté en tu mecedora y observa con la mirada del veterano y la picardía del experto. Déjate abrazar por los que te quieren y arropar por los que te siguen.

Puede incluso que esta postura en estos tiempos que corren, y nunca mejor dicho, me recuerde al dadaismo más puro en lo que se refiere como provocación abierta al orden establecido, a lo convencional. O, como decía Duchamp, " una completa anestesia". Ojalá lo fuera, ojalá la vejez no fuera asociada al dolor. Y a veces, el dolor de lo perdido que por desgracia predomina sobre la satisfacción de lo vivido.

Una vez escribí " Tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra. /" El tiempo vuela, como las nubes, como las naves, como las sombras". Fue toda un declaración de intenciones, un proceso de autoconvencimiento personal y en cierta forma de resignación cuando traté de decirme que había que aprender a envejecer con dignidad, que cada pliegue que se formara en mi cuerpo me dijera algo más. Mirarse menos en el espejo y escuchar más a esa mujer que se reflejaba, pues seguro que tenía mucha cosas que contarme.

Carpe Diem. Vivir cada momento como si fuera el último.
Espero recibir ese regalo, prometo no mirar la hora... dicen que las princesas son atemporales.

2 comentarios:

De la pis dijo...

Bonito post, Marta!
La vejez es sabiduría, es recoger frutos, es paz, es disfrutar más con menos, es ver las cosas desde arriba, desde la calma,... Lamentablamente y como bien dices, la vejez está asociada a lo feo, a lo que ya no vale y nos centramos en lo que la sociedad nos vende, lo que genera ingresos, la eterna juventud porque al fin y al cabo es lo más rentable... pero qué hay de envejecer a tu manera? Yo hoy, soy más vieja que ayer y mañana seré más vieja que hoy... y qué? Disfruté de mi infancia, de mi adolescencia y ahora lo hago de mi situación actual y disfrutaré cuando los surcos en mi piel se conviertan en mi verdadero, auténtico y único DNI.
Como cita la novelista neoyorkina Susan Sontag:
"El miedo a envejecer nace del reconocimiento de que uno no está viviendo la vida que desea. Es equivalente a la sensación de estar usando mal el presente."

Chapeu Marta! qué narices... Chapó! que para eso lo recoge el DRAE

Marta Arrufat dijo...

Mi querida compañera, cuantas veces te lo diré, tu no me comentas, tu me complementas los posts.. asi que chapeau por tu aportación y por motivarme cada dia un poco más. Nuestros DNI´s amiga mia estarán agotaditos de tanta arruga, y partys de abrazos sinceros. Gracias reina.