"Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire." Eduardo Galeano
viernes, 26 de noviembre de 2010
A LAS MIAS
No pretendo desplazar a mis machos alfa, pero hoy quiero dedicarles esta columna a ellas, a las mias, a las niñas de mis ojos.
Queridas princesas:
hay muchas cosas por las que me siento viva y agradecida, y entre ellas, y de las más importantes: vosotras. Son momentos que se han ido enlazando hasta crear un vinculo más allá del colegueo social en el que nos encontramos inmersas. Un lenguaje incomprensible para el resto, son miradas, gestos que no requieren palabra alguna cuando se intuye lo que se pretende decir. Os miro y me veo, me veo en vosotras y es como si de repente recibiera una inyección de fuerza que hace que suba, un pcoo más, sin esfuerzo.. porque sabeis que el resto es menester de una, que cada dia que pasa es obligatario hacer el examen y absurdo copiar. Tenemos miedo, muchas veces sentimos la espada de Damocles en constate amenaza, apuntando, pero no, resulta que hemos llegado incluso a que no no nos importe, más bien lo contrario, pura motivación, porque somos así, temerosas y valentonas. De hecho, estoy convencida de que necesitamos de esa espada para que nos mantengamos alerta, sólo de vez en cuando.
Somos una real versión de la intensidad, somos lo que queremos ser y a veces no nos gusta. Sentimos a flor de piel, y a veces no nos gusta. Cometemos errores a conciencia, y a veces no nos gusta. Nos reimos de nosotras mismas y eso, no les gusta a los demás.
No nos gusta el duelo continuo ni la alegría exagerada, amamos lo absurdo y alabamos la ironía como fuente de inteligencia. Llegamos a ser crueles y pretendemos evitarlo porque pensamos que no tenemos conciencia y luego derramamos toda la energía que contenemos con cuatro lágrimas, con un mensaje de socorro o con una buena botella de vino. Queridas princesas, que suerte he tenido al encontraros, suerte porque pese a los frenazos obligados en las curvas de nuestras historias, no nos da miedo vivir. GRACIAS POR SER, ESTAR Y VIVIR CERCA DE MI.
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