"Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire." Eduardo Galeano
jueves, 25 de septiembre de 2008
SHOPPING EMOCIONAL Y EFECTO PLACEBO
Ropa, tecnología o productos de limpieza. Se trata de comprar por placer, de adquirir un producto que genere un satisfacción a corto plazo y que en muchos casos deriva en un sentimiento de culpabilidad por haber producido un gasto innecesario. Esta tendencia suele tener consecuencias negativas tanto para el comprador o compradora como para su economía que acaba resintiéndose.
El periódico " La Vanguardia" publicó hace ya algunos años, un artículo de Piergiorgio Sandri que bajo el título de " El cerebro va de compras" explica entre otras cosas el efecto placebo que en multitud de ocasiones genera adicción a la compra. Según Sandrí " los adictos y según los psicológos, gastan de forma compulsiva básicamente para aumentar su autoestima". El placer que se produce en el cerebro es tán solo a corto plazo por lo que el comprador o compradora siempre está insatisfecho. Es una droga social, una enfermedad ubicada en el marco de la neuroeconomía que afecta a más personas de las que creemos e incluso a nosotros mismos en momentos habitualmente dificíles de nuestras vidas.
¿ Quien no tiene más ropa de la necesaria? ¿Nos hemos planteado alguna vez cuantos zapatos tenemos, por ejemplo? . Dependiendo de las expectativas que tengamos respecto a el producto deseado, si son positivas, iremos adquiriendo cada vez más variantes del mismo. ¿ Cuantos perfumes se pueden apilar en el baño?. Está absolutamnete todo estudiado. Cabe destacar que este tipo de adicción se adapta a las circunstancias de cada uno. Algunos piscólogos aseguran que la " enfermedad" se acentúa en momentos en los que las personas sienten que necesitan invertir en su imagen a fin de lograr un mayor reconocimiento social, y no sólo me refiero a prendas de vestir, sino tambien a coches y productos de lujo que en ciertas ocasiones, se entiende, son inalcanzables económicamente para la persona.
Conozco el caso de una compañera que gastó cerca de tres mil euros mandando mensajes sms para concursar en el sorteo de un coche de gama alta que ofertaba una conocida compañía teléfonica. Este hecho casi le cuesta su matrimonio. Afortunadamente en la actualidad y tras varias visitas a su psicólogo, su cuenta bancaria no se ha visto tan afectada como en otras ocasiones.
Sofía me comentó que va tratar de echarle un pulso al neuromarketing, quiere comprobar su aguante, de momento ha anulado su tarjeta de crédito. Es un buen comienzo. Espero que lo logre.
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6 comentarios:
Yo, de manera compulsiva lo único que compro son libros. Y no aumenta mi autoestima sino mi biblioteca.
Las cervezas no las compro de manera compulsiva, sino insistente... :-)
la verdad es que si lo piensas...un poquito...todos los problemasque tiene el hombre radica en su aspecto emocional....todas nuestras miseriay alegrias siempre estan ligadas directamente con nuestra forma de ver las cosas y de vivirlas...el adorno es lo externo...lo que se hace evidente....pero la raiz suele estar enterrada....en mi opinion todo...todo...absolutamente todos...los problemas del mundo...tiene su fuente psicologica...avaricia..complejo de superioridad....pufff en fin que no voy a cargar el comment...con filosofia barata del cafe de las 11.....asi que nada animo..!! a sofia que con voluntad se supera todo...besitos
Queridos Eduardo y Diario,
si la compra compulsiva se redujera exclusivamente a los libros, creo que resultaría hasta beneficiosa. Bonita estampa la de leer mientras te tomas una cerveza bin fresquita!
Totalmente de acuerdo en cuanto a la psicología, absolutamente todo tiene que tener su base en ello.
Yo, com Eduardo, soy insistente con las cervezas, pero no para coleccionarlas en la nevera, ya que jamás he comprobado cuantas cervezas se pueden apilar en todo el espacio de la nevera...
Yo sé de lo que hablas...
Joan,
yo tampoco ;-)
Landa,
lo sé.
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