-Natalio,qué ganas tengo de vestirme de gala.-¿Para qué, para ir a la opera?- no, para ir a tu entierro, será el único acontecimiento en el que me siente al lado de tu madre-. Ahí queda eso. Esta polémica serie de televisión reproduce con sarcasmo diferentes tipos de pareja. La pija con el bohemio vividor, la pareja de jubilados que lleva aguantándose toda la vida y el matrimonio de clase media que busca en los telares del pasado algún retal de pasión que acaba convirtiéndose en rutina. Quizás sea algo exagerada, pero conozco parejas de muchos tipos que se acercan en algunos matices a los Natalios, Pacas, Marinas,Migueles, Robertos y Sonias de la serie.No hace falta ir muy lejos para darnos cuenta de que a veces todos tenemos un poco de ellos. Lejos de insinuar que la serie es un ejemplo de la realidad,creo que existen abundantes relaciones que tienen su mérito. Muchas siguen juntas porque ya se han acostumbrado, otras tantas por este mismo motivo y porque serían incapaces de seguir adelante solos o solas y algunas que son las que más me gustan que siguen porque han conseguido ser el tándem perfecto. Perfecto en cuanto a entendimiento, perfecto en cuanto a comprender y ser conscientes de que el amor es como la energía, no muere, más bien setransforma. Los primeros momentos de pasión y desenfreno pasan a ser un amor sereno y reposado, en ocasiones carente de pasión pero rico en otros ámbitos.Renacer es la palabra que en estas parejas duraderas ayuda día a día a mantener esa mirada cómplice que algun@s hemos vivido y envidiamos cuando no la tenemos. De eso se trata. Quizás nos debieron explicar que los cuentos de hadas son eso, cuentos y que las relaciones son complicadas y susceptibles de romperse si no se cuidan y trabajan. Es duro ponerse en el lugar del otro, duro engullirse las palabras como afiladas cuchillas cuando se tiene la razón. Todo tiene un precio y si el precio que hay que pagar compensa porque el producto es bueno, pues adelante. Es bien difícil encontrar un punto intermedio que nos garantice el añorado equilibrio emocional que nos cuentan los libros de psicología.Hay que preguntarse si merece la pena y la respuesta a veces no es la deseada.Una vez leí en uno de esos escritos que circulan por los e- mails en cadena,una frase bastante significativa, al menos para mí. Decía algo así como "yo no te necesito para ser feliz, sino para compartir mi felicidad contigo". ¿Sabemos diferenciar la necesidad del deseo? Tengo una amiga que dice que ella nunca encontró a su media naranja sino a su medio limón, ácido eincluso a veces doloroso. Es en el país de Nunca Jamás donde quizás encontremos la perfección, donde las exigencias y sacrificios se convierten en poemas y halagos. Mientras tanto, en el mundo real la perfección puede ser el respeto por el otro y algo desde mi punto de vista fundamental: la camaradería o el compañerismo.Mientras, podemos seguir soñando siempre y cuando sepamos que Nunca Jamás no existe y que deberíamos evitar a los Peter Pans reales.
"Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire." Eduardo Galeano
viernes, 25 de abril de 2008
ESCENAS DE MATRIMONIO
-Natalio,qué ganas tengo de vestirme de gala.-¿Para qué, para ir a la opera?- no, para ir a tu entierro, será el único acontecimiento en el que me siente al lado de tu madre-. Ahí queda eso. Esta polémica serie de televisión reproduce con sarcasmo diferentes tipos de pareja. La pija con el bohemio vividor, la pareja de jubilados que lleva aguantándose toda la vida y el matrimonio de clase media que busca en los telares del pasado algún retal de pasión que acaba convirtiéndose en rutina. Quizás sea algo exagerada, pero conozco parejas de muchos tipos que se acercan en algunos matices a los Natalios, Pacas, Marinas,Migueles, Robertos y Sonias de la serie.No hace falta ir muy lejos para darnos cuenta de que a veces todos tenemos un poco de ellos. Lejos de insinuar que la serie es un ejemplo de la realidad,creo que existen abundantes relaciones que tienen su mérito. Muchas siguen juntas porque ya se han acostumbrado, otras tantas por este mismo motivo y porque serían incapaces de seguir adelante solos o solas y algunas que son las que más me gustan que siguen porque han conseguido ser el tándem perfecto. Perfecto en cuanto a entendimiento, perfecto en cuanto a comprender y ser conscientes de que el amor es como la energía, no muere, más bien setransforma. Los primeros momentos de pasión y desenfreno pasan a ser un amor sereno y reposado, en ocasiones carente de pasión pero rico en otros ámbitos.Renacer es la palabra que en estas parejas duraderas ayuda día a día a mantener esa mirada cómplice que algun@s hemos vivido y envidiamos cuando no la tenemos. De eso se trata. Quizás nos debieron explicar que los cuentos de hadas son eso, cuentos y que las relaciones son complicadas y susceptibles de romperse si no se cuidan y trabajan. Es duro ponerse en el lugar del otro, duro engullirse las palabras como afiladas cuchillas cuando se tiene la razón. Todo tiene un precio y si el precio que hay que pagar compensa porque el producto es bueno, pues adelante. Es bien difícil encontrar un punto intermedio que nos garantice el añorado equilibrio emocional que nos cuentan los libros de psicología.Hay que preguntarse si merece la pena y la respuesta a veces no es la deseada.Una vez leí en uno de esos escritos que circulan por los e- mails en cadena,una frase bastante significativa, al menos para mí. Decía algo así como "yo no te necesito para ser feliz, sino para compartir mi felicidad contigo". ¿Sabemos diferenciar la necesidad del deseo? Tengo una amiga que dice que ella nunca encontró a su media naranja sino a su medio limón, ácido eincluso a veces doloroso. Es en el país de Nunca Jamás donde quizás encontremos la perfección, donde las exigencias y sacrificios se convierten en poemas y halagos. Mientras tanto, en el mundo real la perfección puede ser el respeto por el otro y algo desde mi punto de vista fundamental: la camaradería o el compañerismo.Mientras, podemos seguir soñando siempre y cuando sepamos que Nunca Jamás no existe y que deberíamos evitar a los Peter Pans reales.
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