viernes, 16 de marzo de 2012

DESPUÉS DE LA TEMPESTAD...

Que dicen que después de la tempestad llega la calma, que la calma no es la elegida sino la que toca y que lo que toca a veces no es lo mejor pero si lo más bueno.

Que hay tormentas, tsunamis, huracanes y así sucesivamente, que hay quien arrasa con todo y no pretende dejar ni garabato de pinceladas pasadas, que la firma de autor en cualquier lienzo puede luego llegar a ser la más demandada, y no por ello cortarse la oreja ni morir en el intento.

Y quien dibuja la tormenta, quien pinta vientos, no siempre debe recoger tempestades. Puede llegar a ser la subasta de la vida, la codiciada pieza de museo que implica una observación algo más detenida que el resto por su significado, porque esos colores utilizados suponen miles de pensamientos mezclados y que ha costado realizarla, pero luego, ese luego que tanto ansíamos, te lleva al relajo de lo sublime, a la vávula de escape.. porque la obra que refleja tormenta resulta ser la causa de la consecuencia más contradictoria, la de lo contemplativo.

Porque un incendio, como ejemplo, es destrucción y la destrucción no es bella, pero la belleza de la destrucción es el cúlmen de lo romántico, el puente levadizo que te lleva al blanco y negro, a los laberintos no deseados pero admirados por la lúgubre inestablidad del genio loco, el Piranesi, sin colores, el gris y sus gamas.

En busca de ese monje mirando al mar, la reflexión y el reconocimiento de nuestra pequeñez y de que cualquier tormenta puede acabar con nosotros. Y siempre se supo bello, siempre se supo nadie. Tras la tempestad..llega la gran obra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

bello Marta!