"Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire." Eduardo Galeano
miércoles, 3 de diciembre de 2008
LOS BOGAVANTES COMEN ACEITUNAS
Y yo no lo sabía!. Nos debieron ver cara de eso, de bogavante, a Alf y a mi el día que decidimos darnos un capricho dominguero en un conocido restaurante marinero de Castellón. Fuimos a darnos el placer gastronómico de un arroz caldoso de bogavante. Todo transcurría con normalidad, unas entradas variadas para gozar el posterior y anhelado saboreo del rey de los crustáceos decadópodos. Y allí que viene la camarera dirigiéndose hacia nosostros con la parsimonia digna de la que transporta un tesoro, que, por supuesto, lo es. Emplatando, mirábamos a nuestro amigo con la gula que le corresponde. Ese momento " anuncio" en el que todo ocurre a cámara lenta por la impaciencia de hincar el diente. Poco tiempo duró ese espacio de " cenicienta arguiñana". En el momento en el que agarrábamos la cuchara escarbando en el recipiente que sostenía semejante manjar, allí estaba él cual adorno, destacando del resto de los colores del ambiente. Los rojos y anaranjados permitieron que el negro elemento se pudiera disipar de bien lejos. " Camarera, por favor,¿ podría llamar al encargado?. Y allí que viene el hombre, muy seguro de sí mismo con el argumento preparado. " Mire usted, es que no entendemos muy bien qué hace un hueso de aceituna por aquí". El señor, intentando que no cundiera el pánico y con esa mezcla de seriedad y chulería que le otorga el ser veterano del negocio contestó lo siguiente: " probablemente es que el bogavante se haya tragado el hueso, que estaría en el mar y que cuando lo vió, pues... zas!". Atónitos, nos mirábamos sin saber muy bien qué hacer. Dura elección entre montar el " pitote" o simplemente levantarnos e irnos, no ya por el hueso de aceituna que al fin y al cabo es un error fácil de subsanar, sino porque era la primera vez que de manera tan descarada nos estaban tomando por gilipollas, a secas sin comillas. Le preguntamos que desde cuando los bogavantes comen aceitunas. Evidentemente no supo que responder, pero lo que si es cierto es que no volveremos más, eso por descontado. Hay veces que las personas tienen suerte, así sin más. Suerte, por no saber tratar a un cliente como se merece y por permitir que ocurran este tipo de historias y el negocio vaya tirando. Hay cosas que jamás entenderé. Bueno, si, una, que a mí también me gustan las aceitunas, pero lejos de los bogavantes.
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12 comentarios:
Lo mejor sería pedir un plato de aceitunas y disfrutar del bogavante que, por simple regla de tres, debe llegar ubicado justo encima de ellas...
El gremio de la hostelería se divide en dos: camareros y (ca)marrulleros.
Besos ;-)
Què bo!!!
Jo d'excusa hagués fet servir el vell truc que diu que era per donar gust al caldo...
¿Quizás habías pedido "Bogavante con aceitunas?
No, no cuela.
¿Y hoja de reclamaciones no tenían?
Besos, Marta.
podría ser una receta de Ferran Adriá, pero sin hueso...
magnífico retrato el tuyo
que fuerte !
LAs cosas que pasan en los restaurantes es increíble.
Una vez a uno le trajeron una sopa y en la sopa venía una mosca.
El hombre al reclamar y llamar al encargado .
Este le dijo que se tenía que haber comido una . POrque venían dos- Más allá de la broma . Que mal cuando ocurren estas cosas .
Que nos arruinan una salida .
Chauu
uy te pido disculpas , esto que se bloqueado cuando estaba haciendo el comentario y los mismos se han multiplicado.
jajajaj, JP, lo voy a dejar que me ha encantado! entoces ... que fuerte el qué?
martista!que risa con el pez aceituno!
sabes que me encontré yo una vez? una cucharilla de café dentro de un panecillo. Me reí tanto pensando en el gilipollas que la debió meter pensando.."ya verás, estos se van a cagar. yo meto la cucharilla, ellos no hacen su trabajo y guardan el pan para el siguiente cliente pq yo ni lo he tocado, y... pam! sorpresa!"
en fin... de torpes está el mundo a parir!
Elenita dinamita.
...tremendo...
...si es que, lo que no pase en los restaurantes...
Kisses!
Pero es mejor mantener la calma, rechazar el plato y aceptar las disculpas.
Por experiencia propia trato de seguir estas tres reglas:
Jamás pelear con un mesero o cocinero (uno nunca sabe que pueden arrojar a la comida, huesos de aceituna incluídos)
Jamás pelear con camorras más feos que yo (pues no tendrán nada que perder)
Jamás discutir con una mujer (uno jamás, pero jamás logrará ganar a pesar de tener razón)
Aullidos y saludos desde ultramar.
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